Cuando el cortisol alcanza unos niveles lo suficientemente elevados, este puede afectar negativamente a la composición corporal y, de hecho, en patologías como el síndrome de Cushing o durante el tratamiento farmacológico con glucocorticoides exógenos, comúnmente se producen aumentos de peso corporal, pérdidas de masa muscular y aumento de tejido adiposo, además del desarrollo del síndrome metabólico.