Es evidente que este deporte se ha convertido en una técnica de alta precisión. Y ya no sólo en cuanto a la metodología preparatoria cara a una competición, sino en la estrategia general de entrenamiento y la forma de alimentarse.
Una cosa es entrenarse para guardar una forma aceptable y otra muy distinta la de hacerlo para llegar a desarrollar músculos muy por encima de la media. Cuando lo que se busca es un volumen impresionante, a la vez que niveles de grasa corporal extremadamente bajos, sólo hay un medio: el culturismo de precisión.
En realidad, el deporte de los hierros no hace sino seguir la tendencia natural de las cosas. La especialización es, hoy por hoy, algo implícito en cualquier actividad y es el resultado de las exigencias de la ley de mercado. En todos los campos las exigencias son más y más elevadas, y la única forma de satisfacerlas es a través de la especialización; pero a esta se llega mediante la precisión.
Aplicad las leyes básicas del principio de sobrecarga progresiva y cualquiera experimentará una mejora durante un tiempo antes de estancarse. Administrad de la mejor manera los nutrientes esenciales y el resultado será una evolución reanudada; pero inexorablemente también se alcanzará un punto en el cual toda progresión será vana. Llega un punto en el que las medidas genéricas y los planteamientos convencionales dejan de surtir efecto. Hay que apuntar con más precisión.
Cuando hablamos de precisión lo hacemos de métodos por los cuales es posible impulsar el rendimiento más allá.
Veamos una analogía para entender el punto de vista.
Digamos que tenéis un coche que funciona bien, os lleva a todos sitios y no os deja «tirados» por ahí. Sin embargo, a pesar de eso, cuando os veis con posibilidad de adelantar a ese camión pelmazo de turno notáis que le falla esa fuerza como para responder al apretón de acelerador y sortear el obstáculo.
Cuando vais de fin de semana y subís el puerto para llegar a ese precioso paraje natural que tanto os gusta, el coche sufre y notáis que no sube alegremente la empinada carretera. Por tanto, el coche funciona y os presta el servicio diario sin problemas…así que, ¿qué le falta? Ya sé que en este momento algunos diréis que más vale cambiarse el automóvil por otro nuevo de mayor cilindrada, pero no podéis; así que es preciso sacar el mayor partido de los recursos que están a vuestra disposición.
Un mecánico experto puede hacerle una buena puesta a punto y lograr, mediante los correspondientes ajustes, que el vehículo rinda más y funcione a plena satisfacción. Los mecánicos lo denominan «ajuste de precisión» y el resultado es un funcionamiento a un nivel superior.
En el culturismo sucede algo parecido. El vehículo es vuestro propio cuerpo que cuenta con el bagaje genético que habéis heredado. Ese es el que es, y no hay más. Sin embargo, por medio de un ajuste de precisión, es posible lograr que su rendimiento sea el máximo posible.
¿Cómo conseguirlo?
Prestando la máxima atención a cada uno de los factores que determinan nuestra capacidad de crecimiento muscular.
Esos pilares son de sobras conocidos por todos, y a buen seguro que pensáis que ya les otorgáis el debido
cuidado: el entrenamiento, la recuperación y la alimentación. Como en la analogía del coche, si vuestro vehículo funciona bien y seguís experimentando los progresos satisfactorios, adelante, seguid así y no cambiéis nada. Pero, si por el contrario, no estáis contentos con los resultados, entonces más vale que, como haríais con el coche, efectuéis un ajuste de precisión que os saque del bache.
ENTRENAMIENTO DE PRECISIÓN
Este es el punto en el que la mayoría fracasa y, por el contrario, es donde precisamente piensan que cumplen de sobras con los requisitos.
El problema proviene de la gran variedad de métodos existentes para entrenar y los numerosos defensores de prestigio que tiene cada uno de ellos. No es difícil que se piense que se hace lo correcto cuando no es así, ni tampoco que la confusión aparezca cuando hay que implementar un sistema nuevo.
Apostar por uno u otro método no tiene mucho sentido, ya que en esencia todos son válidos, al menos en algún momento y en ciertos individuos, de manera que no existe una forma de entrenarse que funcione para todos y que lo haga todo el tiempo, como tampoco que no le sea útil a nadie nunca.
Todos los programas, por insensatos que parezcan, funcionan en algún momento para alguien, así que no debéis dar nada por sentado.
¿Cómo saber si algo funciona de antemano? No hay forma de hacerlo. No es suficiente con saber que es eficaz en muchos casos, cada uno de nosotros somos únicos: genética, metabólica y temperamentalmente. Así que la gran verdad es que lo que funciona en uno no tiene necesariamente por qué hacerlo en otro y viceversa. Entonces, ¿qué podemos hacer? Usar dos cosas que jamás han fallado: la experiencia y el sentido común.
La experiencia os llevará a poner en práctica en vuestra propia persona un método cualquiera y, a través del sentido común, extraeréis las conclusiones del experimento. Creedme, nunca falla. Y es muy fácil de llevar a cabo.
Recordad estos dos dogmas:
1. Siempre que vuestro entrenamiento experimente algún tipo de progreso (sea en términos de mover más peso, hacer una repetición más con la misma carga o realizar un mayor volumen de trabajo), estáis progresando. No debéis cuantificar la mejora sólo en términos de kilos de peso muscular, porque existen otros calibradores del avance.
2. No es posible avanzar siempre en continuo sin experimentar pequeñas etapas de consolidación de los avances, tras los cuales se vivirá otro impulso de progreso. Esas etapas pueden durar hasta seis u ocho semanas, y no avanzar durante ese tiempo no significa estancamiento ni retroceso, sino consolidación. La ausencia de todo tipo de mejora durante un periodo mayor debe ser preocupante y se puede considerar un estancamiento real.
De la misma manera que vuestro mecánico debe ajustar el motor del coche manipulando diferentes parámetros, vosotros deberéis hacer lo mismo con vuestro programa de entrenamiento.
¿Recordáis cómo mejorabais en vuestros inicios con aquella rutina simple? Es cierto que en las primeras etapas cualquier estímulo es bueno para hacer reacción al cuerpo; pero, a veces, en la sencillez a la hora de entrenar está la clave.
Para el entrenamiento de precisión que os propongo os será imprescindible tener siempre a mano un diario en el que poder apuntar todas las variantes y resultados de las sesiones, porque el famoso instinto a la hora de entrenar es poco fiable.
Es vital poder consultar en todo momento la trayectoria que lleváis en el trabajo de un grupo muscular, y para eso nada mejor que un diario donde queden registrados todos los datos relevantes.
Ahora, para enfocar vuestro programa en concreto, es evidente que no estoy en facultad de daros uno personalizado a cada uno por razones obvias que, por otro lado, sería lo aconsejable, ya que hay que tener en cuenta la experiencia adquirida con los hierros, el grado actual de desarrollo, el tipo de metabolismo, los objetivos a corto y largo plazo, etc… pero sí puedo ofreceros las pautas a seguir para que vosotros mismos seáis capaces de confeccionar un programa que pueda ser modificado con posterioridad según convenga.
Bien, pensad que los músculos se componen de fibras musculares de dos tipos, fundamentalmente las blancas o de contracción rápida y las rojas o de contracción lenta. Las primeras son las implicadas en las contracciones que requieres mucha fuerza y son capaces de levantar gran cantidad de peso, pero se agotan rápidamente. Las segundas se contraen lentamente y no se ven apenas implicadas en los levantamientos explosivos pero, por el contrario, son capaces de actuar por largo tiempo.
Por un lado, es la genética la que determina que nuestros músculos estén compuestos por un porcentaje de fibras de uno u otro signo; pero también parece ser que el tipo de trabajo al que los músculos se vean sometidos con regularidad inciden en esa proporción. También debéis saber que las fibras blancas tienen una capacidad muy superior a las rojas para hipertrofiarse, lo que significa que inducen un volumen mayor al músculo.
Esta explicación sencilla es la que justifica, por ejemplo, que las piernas de un ciclista de fondo en carretera estén fibradas pero sin más volumen que las de cualquiera, mientras que las de otro que practica la persecución en pista sean enormes.
¿Fue el deporte quien eligió la genética o la genética se adaptó al deporte?
Cada deportista trabaja un tipo concreto de fibras y de ahí su estructura muscular. Dicho esto, tampoco significa que las fibras rojas o de contracción lenta no tengan ninguna incidencia en nuestro desarrollo muscular, porque sí la tienen.
Puesto que no puedo confeccionar esa rutina individual dejadme que os dé los elementos que tendréis que incorporar a la que vosotros mismos confeccionéis:
A. Para cada grupo muscular grande deberéis incluir dos ejercicios básicos compuestos, de los cuales haréis tres series muy pesadas de entre cinco y ocho repeticiones, respetando siempre la técnica todo lo posible. Seguid luego con un ejercicio de aislamiento o congestión y cinco series de entre 12 y 15 repeticiones.
B. Para los grupos pequeños mantened un ejercicio básico con cuatro series de cinco a ocho repeticiones y uno de aislamiento con cinco series de entre 12 y 15.
C. Procurad que cada dos semanas haya un incremento en el peso, por pequeño que sea, o bien de las repeticiones, y cuando estas superen el techo de ocho en el ejercicio básico o quince en el de aislamiento, incrementad la carga en un 10%.
D. Dad a cada sistema un margen de prueba de al menos seis semanas, y en la mayoría de los casos ocho es mejor. No os será posible determinar en un periodo más breve si lo que hacéis funciona o no. Vuestro cuerpo precisa tanto como un mes para adaptarse a los nuevos ejercicios, el orden de éstos o cualquier otro tipo de cambio.
E. La mayoría de expertos estarán de acuerdo en que el entrenamiento de mucho volumen de trabajo y muchas series por grupo muscular, no es el más adecuado para hipertrofiar los músculos, precisamente porque afecta mayoritariamente a las fibras de contracción lenta. Sin embargo, os aconsejo hacerlo de cuando en cuando a modo de sorpresa muscular. Saturar los músculos con sangre a base de muchas series de numerosas repeticiones y pesos moderados, también favorece la creación de nuevos capilares y fomenta la vascularidad y esa saturación sanguínea conlleva un mayor
aporte de nutrientes, todo lo cual incide también en el aumento del tamaño muscular.
F. No hagáis series con menos de cinco repeticiones, pues éstas someten a un innecesario estrés las articulaciones y no ayudan al aumento de la hipertrofia sino de la fuerza pura. Además, el riesgo de lesión es importante.
G. No introduzcáis más de un cambio a la vez en vuestra rutina o no obtendréis la certeza de saber si ha surtido efecto.
H. No entrenéis de forma directa los músculos pequeños, como bíceps y tríceps, más de una vez por semana.
I. Si contáis con un grupo rezagado dadle prioridad y entrenadlo siempre al inicio de la sesión dos veces por semana; la primera, al principio, con pesos pesados y bajas repeticiones y la segunda, al final de ese periodo, con menos peso y series más largas.
J. Medios una vez al mes y hacedlo en las mismas condiciones y siempre en la misma zona del músculo. Recordad que las medidas no son la única forma de progreso.
K. El entrenamiento sub-máximo, es decir, aquel en el que no os esforzáis al máximo por elevar una carga mayor, no induce directamente el crecimiento, así que debéis considerarlo como transitorio o de regeneración. Las series pesadas son de verdad las únicas que os proporcionarán más fuerza y músculos más grandes.
He aquí unas pautas que, si las aplicáis con rigor, os llevarán a un progreso continuado. No pueden ser más personales, ya que cada uno de vosotros poseéis metabolismos distintos y desarrollos dispares, pero con el diario de anotaciones en la mano y las ganas de experimentar podéis, perfectamente, descubrir poco a poco donde falla vuestro vehículo, si es que el fallo proviene de la sala de pesas. Y, en cualquier caso, aunque no se haya detenido vuestro progreso, con esas herramientas y su correcta aplicación podéis decir adiós a los futuros estancamientos.
No existe una respuesta única al entrenamiento, pero con la experimentación y el sentido común llegaréis a dominar el entrenamiento de precisión.
RECUPERACIÓN DE PRECISIÓN
Sí, también es posible «afinar» en la recuperación. Ya sabéis que, de hecho, el músculo no crece en el gimnasio sino cuando lo abandonáis, es decir, en los periodos de descanso.
Tras el entrenamiento el cuerpo debe recuperarse del esfuerzo realizado y de las materias primas empleadas y, posteriormente, llevar a cabo el efecto de compensación, que es por el que los músculos crecen.
Sin esos periodos de recuperación no es posible seguir rindiendo óptimamente en la sala de pesas ni, por supuesto, experimentar ganancias.
De nuevo aquí es imposible daros una pauta útil a cada uno, puesto que, asimismo, la capacidad de recuperación varía de una persona a otra. No obstante puedo daros unos parámetros por los que podéis regiros para aseguraros la total restauración de la energía y no caer en el sobreentrenamiento.
Algunos afirman que éste no es tal sino una subalimentación y, aunque en parte es obvio que la alimentación juega un papel primordial para evitar caer en el sobreentrenamiento, hay que observar otros procedimientos, aparte de los de la dieta propiamente.
Así debéis procurar:
A. No entrenar un grupo muscular sin que hayan transcurrido 72 horas de descanso después de la última vez que lo entrenasteis.
B. Dormir ocho horas cada noche y añadir una siesta de una más cuando os sea posible.
C. No entrenar más de tres días seguidos sin descansar el cuarto.
D. No entrenar más de cinco días por semana. Debéis evitar a toda costa caer en el
sobreentrenamiento, porque éste os conducirá de manera irrevocable a la falta de progreso y, lo que es peor, a las lesiones.
Respetad las reglas de vuestro organismo y no hagáis más si no estáis recuperados de la sesión anterior. Ante la duda haced una serie menos, no más.
¿Cómo saber si estáis haciendo demasiado?
Hay varios sistemas inequívocos que os darán fe de que necesitáis un poco de reposo o reducir el volumen de trabajo.
1. Dificultad en conciliar el sueño
2. Falta de apetito
3. Articulaciones doloridas
4. Molestias estomacales (diarrea)
5. Elevación del pulso en estado de reposo Cuando alguno o varios de estos síntomas hagan su
aparición, posiblemente necesitáis un respiro. Tomáoslo reduciendo el trabajo o incluso alejándoos una semana por completo del gimnasio. Eso sólo supone la pérdida de una única sesión por grupo muscular, y el cuerpo se repondrá por completo.
NUTRICIÓN DEPORTIVA DE PRECISIÓN
Este es otro pilar fundamental de la trilogía del progreso. Para la mayoría de expertos es el más importante, ya que de los alimentos que ingerimos
hemos de derivar la energía para entrenarnos y los materiales con los que fabricar nuevas estructuras.
Numerosos preparadores experimentados aconsejan a sus pupilos ser inflexibles con el régimen nutricional y no les perdonan perderse una comida, siendo ésto más grave que hacerlo con una sesión de entreno. Tal es la importancia que otorgan a la alimentación.
Si vuestra alimentación es impecable es posible mejorar en volumen corporal y fuerza aunque el entrenamiento no sea el más adecuado. Dicho de otro modo, por medio de la nutrición se pueden subsanar los errores cometidos en la sala de pesas.
Además, también hay entendidos que aseguran que no existe el sobreentrenamiento, sino la mala nutrición. Es decir, estos eruditos en la materia sostienen que mientras que la ingestión de sustancias nutritivas esté equiparada con el desgaste que se haga entrenando, no tiene por qué existir el sobreentrenamiento. Según ellos, si uno se alimenta lo suficiente, no hay forma de caer en ese estado de progreso negativo.
Es evidente que tienen razón en buena parte, aunque no estoy totalmente de acuerdo. Es obvio que si el organismo no recibe como mínimo las mismas calorías que emplea en entrenar, se alcanzará un déficit que impedirá el crecimiento y también la continuidad del esfuerzo. Si en una sesión habéis consumido 1.000 calorías de energía, el organismo debe recibir el aporte de esas mismas mil más un mínimo de un 10% más para avanzar en el crecimiento, de lo contrario siempre sería «lo comido por lo servido» y el progreso brillaría por su ausencia.
No obstante, y aunque es absolutamente cierto que en numerosas ocasiones este estado se soluciona incrementando la alimentación cuantita y cualitativamente, también lo es que hay casos en los que sólo puede evitarse mediante el descanso reparador con independencia de lo que se coma.
Imaginad que entrenáis a muerte y coméis como animales pero sólo dormís dos o tres horas por noche, ¿creéis que podríais seguir mejorando? Aunque sea llevaros a un grado extremo, pensad, por un momento, que os dedicáis a entrenar cada día de la semana y dos veces al día, ¿podéis creer que por mucho que comáis no caeríais en el sobreentreno?
Es posible que respondieseis bien durante un breve periodo pero, al fin y al cabo, el agotamiento sería inevitable.
Además, cuando entrenamos no sólo cuenta el desgaste físico, sino el nervioso; la tensión que conlleva el esfuerzo continuado merma la respuesta endocrina y hormonal a la vez que el sistema nervioso central decae en su funcionamiento.
Por lo tanto, sí, la alimentación puede, en gran medida, paliar los efectos negativos del sobreentrenamiento crónico e impedir el puntual en numerosas ocasiones, pero para obtener los mejores resultados hay que compaginar la abundancia de nutrientes con el reposo reparador.
La nutrición idónea para experimentar los mejores progresos es aquella que cubre los dos aspectos relevantes para un culturista: el aporte de sustratos que le permitan generar la mayor intensidad de esfuerzo en el entrenamiento, algo vital para estimular la respuesta de los músculos, y a la vez permita su reparación y desarrollo.
De los tres factores que hay que regular con precisión, sin duda alguna la alimentación es el de mayor relevancia y el más complicado, debido a que no vale comer por comer, ya que la selectividad del alimento es más importante que la cantidad.
Atiborrarse de hamburguesas y patatas fritas no es la solución, ni comer sólo lechuga tampoco. El organismo en fase de crecimiento precisa los tres macronutrientes en las proporciones .. idóneas, así como los micronutrientes indispensables al buen funcionamiento metabólico.
Tampoco aquí puedo estableceros una dieta individual para cada uno de vosotros, ya que si cabe este aspecto es todavía más individual que el propio entrenamiento. Pero de nuevo puedo daros unas directrices que os ayuden a calcular con precisión el régimen alimenticio que más os conviene.
A. Dos tercios de vuestra ingesta alimenticia debe provenir en forma sólida, es decir, de alimentos convencionales, ya que el organismo precisa un volumen suficiente de materia para mantener sus funciones óptimas.
B. Combinad en cada comida las fuentes de proteínas, carbohidratos y grasas y huid de las dietas que sólo se basan en unos pocos alimentos, pues no son saludables, ya que es gracias a la variedad que aseguréis la obtención de todos los nutrientes. Cada fuente de proteína posee un aminograma distinto y al mezclarlos se compensan. Los carbohidratos también poseen diferentes características de velocidad de absorción, índice glucémico o contenido en fibra, de ahí su conveniencia de mezclarlos. Asimismo, las grasas poseen distinta longitud de ácidos grasos y resulta positivo ingerir de distintos tipos.
C. Realizad varias pequeñas comidas a lo largo del día. Por regla general, mientras más a menudo comáis y en menos cantidad más aprovechamiento de los nutrientes obtendréis, más estabilidad de la energía y de
la insulina conseguiréis, a la vez que se favorece el balance positivo de nitrógeno.
D. Si vuestro propósito es el de ganar peso, incrementad la ingesta de carbohidratos sin por ello reducir la de proteína, que será siempre estable. Id equilibrando el contenido de los glúcidos hasta dar con la proporción idónea para vuestro metabolismo que os permita adquirir mayor peso corporal. Pero estad atentos porque, si os excedéis, parte de ese peso se convertirá en grasa corporal. Asimismo, si deseáis definiros deberéis jugar con la reducción del mismo principio alimenticio, los carbohidratos, hasta hallar el punto en que vais eliminando la grasa. No reduzcáis las proteínas en ningún caso porque de esa forma os aseguráis la preservación de la masa muscular.
E. Las grasas pueden ser vuestros aliados, tanto para ganar como para perder peso, si manejáis las buenas, o sea, las insaturadas. Aunque estéis tras la definición no hay por qué reducir la ingesta de ácidos grasos esenciales por debajo del 15%, y nunca menos del 10%, de vuestro aporte calórico. Si, por el contrario, buscáis aumentar de peso, en ese caso, sobre todo si sois de metabolismo rápido, podéis llegar a precisar hasta un 30%.
Aprended todo lo que podáis sobre las diferentes clases de grasas, si utilizáis las correctas como el aceite de semilla de lino, el de onagra, los omega 3, el aceite de oliva o los triglicéridos de cadena media, no tenéis por qué poneros gordos, a menos que abuséis de estos en presencia de muchos carbohidratos. Pero recordad que este nutriente puede resultar clave si sabéis incluirlo de forma conveniente en vuestra dieta.
F. El agua no es un nutriente propiamente si consideramos que no contiene calorías. Sin embargo, podéis apostar que es el elemento más importante de vuestra alimentación. Sin agua moriríamos, pero sin la suficiente cantidad diaria los procesos de absorción, eliminación y metabolización se ven perjudicados y ralentizados. La hidratación celular es vital para el culturista, sabed que el 70% de vuestros músculos está compuesto por agua. Bebed de 4 a 6 litros de agua al día con independencia de la alimentación. El agua pura no tiene sustitutos, así que otras bebidas no pueden ocupar su lugar.
SUPLEMENTACIÓN DE ALTA PRECISIÓN
La suplementación es un capítulo que se podría considerar dentro de la alimentación a no ser por que, en los últimos tiempos, están haciendo su aparición una serie de suplementos que poco tienen que ver ya con el papel que éstos desempeñaban hasta ahora, y que no es otro que el de complementar la ingesta nutricional.
A pesar de lo que algunos puedan decir, los suplementos tienen, desde luego, una gran importancia en todos los deportes en los que exista la connotación de desgaste o de esfuerzo físico. Creo que serían necesarias demasiadas explicaciones para que resulte obvio, pero si esto es así, en el culturismo la suplementación adquiere mayor relevancia si cabe.
En efecto, el culturista se entrena con extrema dureza y, por consiguiente, se produce un considerable desgaste energético. Pero, además, este tipo de atleta persigue un volumen muscular superior, algo que sólo es posible conseguir con los suficientes sustratos alimentarios.
Bien, dicho esto se os puede plantear la siguiente pregunta, ¿es posible ganar masa muscular sin la ayuda de los suplementos? La respuesta es sí, pero lograréis más volumen y lo alcanzaréis más rápido con su uso.
Alguno puede caer en pensar que antaño los culturistas no tenían suplementos como los de hoy y, sin embargo, estaban fuertes y grandes.
Pero permitidme la siguiente reflexión: aquellos culturistas se atiborraban de huevos, levadura de cerveza y leche en polvo, alimentos que para ellos cumplían las funciones de suplementos, así que en realidad se alimentaban, pero también se suplementaban.
Además, ¿no os parece que el nivel de desarrollo físico entre los culturistas de entonces y los de ahora ha mejorado tan sustancialmente que bien podría ser que los suplementos que tenemos puedan tener algo que ver en esa diferencia?
No me refiero a ese puñado de culturistas profesionales que marcan la élite del deporte porque, tal vez alguno de los que estáis leyendo esto, pueda pensar que en la diferencia existente entre los campeones de hace unas pocas décadas y los de ahora hay una ventaja puramente química…No, hablemos de la inmensa mayoría de culturistas que no piensan, ni siquiera, en competir y que, por descontado, jamás se les ha pasado por la cabeza recurrir, ni tiene los medios, a los fármacos hormonales. Esa masa de practicantes tiene el nivel superior, incluso a los campeones estatales y, a veces, nacionales de hace algunos años.
En otras palabras, la suplementación es, desde luego, importante y puede ser la clave que marque la diferencia entre que una dieta surta efecto o no.
La ciencia avanza y, como es lógico, los suplementos se han ido impregnando de los nuevos conocimientos en biología, así como del descubrimiento de nuevas partículas nutricionales.
La suplementación de precisión debe apuntar muy alto e hilar muy fino para sacar el mayor provecho de los nuevos conocimientos.
El suplemento más utilizado, y desde luego útil, en culturismo es la proteína en polvo. Los culturistas necesitan un mínimo de tres gramos de proteína por kilo corporal y día y, en según qué casos, hasta cinco. De manera que, aunque dos tercios de las calorías se han de obtener por la alimentación, es más fácil absorber las proteínas en forma líquida que sólida y menos exigente sobre el sistema digestivo.
No obstante, no todas las proteínas son iguales ni en su digestibilidad ni en su valor biológico. Asimismo, debéis pensar que saturar al organismo de proteínas no es necesariamente sinónimo de utilización metabólica de ese aporte adicional de prótidos por varias razones.
Por un lado, un aumento indiscriminado del aporte proteico puede causar un desgaste de las enzimas precisas para su digestión, de igual forma que si incrementáramos la cantidad de proteínas, sin hacer lo mismo con los cofactores que deben estar presentes para que el cuerpo pueda utilizarlas, sería un gesto vano que puede conducir a las molestias gastrointestinales y que los prótidos sean usados como sustrato enérgico únicamente.
No todos los suplementos que existen en el mercado son idóneos ni tienen en cuenta los últimos adelantos, así que procurad ser bastante analíticos a la hora de adquirirlos y no os dejéis impresionar por la apariencia o la publicidad. Armaros con los máximos conocimientos y escudriñad las etiquetas a fondo. Existen buenas fórmulas en el mercado, apostad por aquellas empresas innovadoras que inviertan en investigación o que incorporen a sus productos los adelantos de la ciencia.