No hay ninguna duda de que los azúcares epidemiológicamente se asocian con obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, etc. (Malik 2011 y otros). El consumo elevado de carbohidratos lleva a una sobreproducción crónica de insulina, y esto conduce a resistencia a la misma, inflamación y estrés oxidativo crónico (HU, Harvard 2010 y Monnier 2006 en JAMA), que desemboca en síndrome metabólico (hipertrigliceridemia, hipertensión, disminución HDL, hiperinsulinemia, hiperglicemia…) y finalmente en diabetes.


Los edulcorantes artificiales suelen ser subproductos químicos de algún aminoácido, cuya particularidad es ser mucho más endulzantes que el azucar (la sacarina tiene 300 veces más poder endulzante y la sucralosa 600) por lo que es necesaria una ínfima cantidad de edulcorante para endulzar una comida, y con ello, existe una reducción calórica y de azúcar que podría ser una ventaja para tener un peso saludable y para los niveles de glucosa en sangre de los diabéticos y del resto de la población. La ecuación parecía sencilla a nivel teórico.


A nivel práctico, el exponencial aumento de su consumo ha ido paralelo al aumento de peso de la población. Esta asociación se analiza desde dos perspectivas: relación causal por efecto bioquímico, o relación de efecto debida al comportamiento. Epidemiológicamente, se ha relacionado el consumo de edulcorantes con obesidad, diabetes, enfermedad cardiovascular, tumores, osteoporosis, fallo renal, hipertensión, mayor mortalidad entre sus consumidores, erosión dental, etc. Estudios en modelos animales muestran un aumento de distintos tipos de cáncer.
A nivel de laboratorio, se ha demostrado que distintos edulcorantes tienen capacidad clastogénica induciendo daño en el ADN en cultivos de células. Y en ensayos clínicos en humanos, se ha encontrado que los edulcorantes son insulinogénicos y elevan los niveles de glucosa en sangre al mismo nivel que el azúcar común.


La realidad es que, según los datos que maneje la propia OMS, el número de personas diabéticas en el mundo va a duplicarse en los próximos años. Los que quieran fiarse de las instituciones sanitarias gubernamentales y sus llamamientos a la calma y a la prudencia pueden irse. El que quiera entender por qué el cancer, la diabetes, la obesidad y los infartos aumentan de forma vertiginosa,  que siga leyendo…


Los edulcorantes son insulinogénicos y elevan los niveles de azúcar en sangre.


Ferland, Brassard et al 2007 investigaron el efecto del aspartamo en los niveles sanguíneos de glucosa en diabéticos tipo II. El desayuno endulzado con aspartamo indujo una subida en los niveles de azúcar e insulina similares a los de la comida endulzada con azúcar. Corkey y colegas encontraron en ratas que el consumo de sucralosa, aspartamo y sacarina aumentan la secreción de insulina. Lo mismo se ha encontrado con Acesulfame K (Liang 1987) y con sacarina (Bandyopadhyay 2008). En la Convención anual de la asociación Americana de Diabetes, se presentó recientemente un estudio en el que se muestra que casi el 70% de los ratones que consumieron aspartamo en su dieta desarrollaron hiperglicemia en pocas semanas, más del doble que los ratones que consumieron comida sin aspartamo. Y epidemiológicamente, Nettleton 2009, encontró que la gente que consume un refresco light diario tiene un riesgo un 67% mayor de padecer diabetes.


El estímulo constante de insulina provoca que las celulas se desensibilizen regulando a la baja los receptores insulinodependientes de sus membranas necesitándose cada vez más insulina para captar el azúcar de la sangre y meterlo en las células donde se almacena o se quema para obtener energía. A partir de la insensibilidad a la insulina, el azúcar permanece más tiempo en sangre y se produce una condición muy tóxica para el organismo llamada hiperglicemia. El azúcar en sangre es altamente tóxico, genera una sobreproducción de especies reactivas de oxígeno (ROS) y desencadena un proceso en las células con las que va entrando en contacto llamado glicación (adherencia de la glucosa provocando disfunción en las proteínas de las células con las que reacciona). Este proceso ocurre con las proteínas que transportan el colesterol, con las proteínas que forman los nervios, con aquellas que forman los glomérulos de los riñones,  las que forman el cristalino de los ojos, etc. La sangre se espesa por la formación de hemoglobina glicosilada y los pequeños capilares se obstruyen provocando anoxia en las células. La glicosilación de proteinas también afecta a las placas de ateroma, que crecen por adherencia con estas. La secreción constante de insulina que va creciendo a medida que aumenta la insensibilidad, estimula la adiposidad y la liberación de citoquinas pro inflamatorias. La hiperinsulinemia se ha relacionado con presión arterial elevada, aumento de las VLDL y disminución del HDL (colesterol “bueno”), formación de aterosclerosis y con isquemia cardíaca.


Toda esta espiral metabólica crece como una bola de nieve: la exposición a la insulina constante genera resistencia a la insulina, y el cuerpo trata de hacer frente a esa resistencia a la insulina tratando de señalizar a las células con un mayor aporte de insulina. Esta situación desemboca en síndrome metabólico (hipertrigliceridemia, hipertensión, disminución HDL, hiperinsulinemia, hiperglicemia…) y finalmente, diabetes. Las personas con diabetes tienen hasta un riesgo 800% mayor de padecer un ataque al corazón según se desprende de estudios en distintas cohortes. Más que respuestas, me surgen dos preguntas:


Por qué diablos han estado los médicos recomendando a los diabéticos esta basura tóxica que puede estimular la glicemia tanto como el azúcar y ser genotóxica? Acaso basados en 4 estudios en ratas convenientemente financiados por GD SEARLE (ahora Monsanto) que la mayoría ni han leido? Y más importante: por qué se efectúan recomendaciones médicas institucionalmente tan aceptadas y difundidas a pesar de tan evidente falta de la más mínima evidencia clínica solvente en humanos?


Adicción al dulce y respuestas neurológicas: el link hacia la obesidad.


El sabor dulce, sea calórico o no, aumenta la sensación de hambre y estimula el apetito. Un endulzamiento más potente, como el que producen los edulcorantes, genera mayor adicción. Black 1993 demostró que el agua endulzada con aspartamo incrementa el apetito en adultos normopeso, y por otro lado, también se ha demostrado que aumenta el apetito en mayor medida que la glucosa (Blundell 1986). El deseo de comer es inducido mediante mecanismos de recompensa neurofisiológica, similar a los del sexo o las drogas (Small 2002, Avena 2008). De hecho, la recompensa neurológica ante el sabor dulce es incluso más potente que la de la cocaína en estudios realizados en ratas (Lenoir 2007). La vía gustativa es percibida por los receptores gustativos en la lengua y asciende hacia el tálamo, puerta integradora sensitiva hacia el cerebro, y finalmente es analizada en el cortex orbitofrontal y el sistema límbico, modulador hedónico y centro del placer. Tanto el azúcar como los edulcorantes activan el sistema de recompensa que pone en marcha el sabor dulce, pero en el caso de los edulcorantes, no se activa consecuentemente el sistema de saciedad (disminución de la actividad hipotalámica), que permanece activa dirigiendo la actividad conductual hacia la obtención de comida (Smeets 2005). Se ha visto además que las personas obesas tienen una disrupción neuroendocrina, con una sobreactivación en las áreas mesolímbicas, cortex gustatorio y regiones somatosensoriales que codifican el valor hedónico de la comida, tanto anticipatorio como consumatorio (Stice 2008). Es interesante reseñar que la exposición repetida a un tipo de sabor, predispone a su posterior preferencia (Liem 2004), por lo que el incremento del consumo de dulces aumenta la preferencia por el dulce y su consumo, especialmente debido a su alto valor hedónico.



Edulcorantes y aditivos artificiales: ausencia de toxicidad no significa inocuidad.


Los estudios de toxicidad tienen por objeto determinar los efectos de una dosis única y muy elevada de una sustancia. El estudio termina cuando se alcanza la dosis que provoca la muerte de los animales determinando el DL50 (dosis que mata al 50% de los animales). Los estudios de toxicidad aguda duran hasta 14 días, y los de toxicidad crónica 6 meses o un año.


Sin embargo, la toxicidad no estudia exposiciones prolongadas a dosis bajas consideradas toxicológicamente “seguras”.  Es importante entender que ausencia de toxicidad no significa inocuidad para el organismo. Un cáncer en un ser humano puede tardar décadas en desarrollarse, desde el inicio de las primeras células tumorales. Un menu del burger con patatas fritas en aceite vegetal barato (altamente inestable al calor y altamente tóxico) y refresco no provoca toxicidad, pero esto no lo convierte en inocuo ni conveniente para la salud. Sabemos por un documental lo que sucede tomando 3 menús diarios de McDonalds durante solo unas semanas. Ni que decir del tabaco: no es historia antigua, estamos padeciendo las consecuencias de las mentiras disfrazadas de ciencia. Fue el mismo cuento: no existen evidencias de que sea dañino, decían los grandísimos hijos de sus madres hace 30 o 40 años, y para cuando hubo “pruebas”, ya era imparable la muerte de millones de personas en todo el mundo.


Otra consideración sobre la inocuidad de las sustancias químicas es que éstas se estudian por separado, y esta no es la realidad de nuestra exposición ambiental, que es conjunta a muchas sustancias químicas. En el cordón umbilical de los bebés se han hallado más de 300 sustancias químicas, y eso que ni se han tenido tiempo de llegar al mundo todavía. Como “no se sabe” exactamente lo que nos está matando, porque se manifiesta años después como consecuencia de la exposición prolongada a un cóctel de sustancias químicas, pues la conclusión es que no ha sido nadie y que siga la fiesta. En qué se basa en resumidas cuentas la falacia de la industria química, los tecnólogos de los alimentos y la mafia alimentaria? En que si 500mg de ibuprofeno son seguros, 500 mg de aspirina son seguros, 600mg de paracetamol son seguros, etc, entonces, tomar todo eso junto es seguro! Lo cual es una afirmación peligrosa, aberrante y fraudulenta.


Otro sesgo fundamental es que los estudios que buscan la verdad científica reciben muchísima menos financiación que los estudios de científicos a sueldo que trabajan para la industria química o alimentaria buscando teledirigidamente las conclusiones que les interesan, por lo que incluso científicamente, es una batalla desigual.


Diabetes, hipertensión, fallo renal, infartos, osteoporosis, y aumento de la mortalidad



Consumir más de un bote de refresco light a la semana se asocia con mayor riesgo de mortalidad, asociación que no encontraron con los refrescos azucarados, ajustados factores de confusión como diabetes e IMC entre otros (Paganini-Hill 2007). Los refrescos light se asocian además con mayor incidencia de hipertensión (Winkelmayer 2005) y diabetes (Schulze 2004) . Las enfermeras del estudio Nurses Health Study que consumían más de 2 refrescos light al día presentablan una incidencia doble de fallo renal (Lin 2011). Conclusiones preeliminares de la Conferencia de American Stroke Association 2011 todavía no publicadas,  han encontrado mayor riesgo de infarto entre los consumidores de edulcorantes que entre los consumidores de refrescos con azúcar. El estudio Framingham Osteoporosis Study encontró una pobre mineralización ósea entre los consumidores de refrescos light y azucarados en mujeres (Tucker 2006). Lussi 2008 encuentra mayor erosión dental entre los consumidores de estos refrescos. Nettleton 2009 en el Multi-Ethnic Study of Atherosclerosis encontró que la gente que consume al menos un refresco light al día presenta un riesgo un 67% mayor de padecer diabetes, ajustado demográficamente y ponderada la ingesta calórica diaria. Encontró también mayor perímetro abdominal y mayores niveles de glucosa en sangre.


Obesidad: mientras más edulcorantes se toman, más gorda está la gente.




La epidemiología es francamente contundente, especialmente si la contextualizamos convenientemente. El consumo de edulcorantes no para de aumentar exponencialmente: un 50% desde 1995 hasta 2005. Se ha disminuído el colesterol, la hipertensión, toda la población de riesgo ha sido redirigida hacia una dieta sin azúcar, baja en grasa, sin colesterol, está polimedicada con estatinas, antihipertensivos, y fármacos “cardioprotectores” de todas clases. Y sin embargo, las enfermedades cardíacas no paran de aumentar.


Fowler 2008 (San Antonio Heart Study) encontró en 3682 adultos que beber un refresco al dia, incrementa en un 30% las probabilidades de ser obeso, pero lo realmente sorprendente es que si el refresco era light, la probabilidad de padecer sobrepeso y obesidad casi se duplicaba, hasta el 54% en el caso de beber entre 1 y 2 refrescos light diarios. Lo mismo documentó Stellman en el estudio American Cancer Society con 78694 mujeres que fueron seguidas de forma prospectiva sin ninguna condición preexistente, encontrando tan solo un año después mayor ganancia de peso entre las consumidoras de edulcorantes. Lo mismo se ha hallado con la sacarina en el Nurses Health Study (Colditz 1990). Blum 2005 observa lo mismo en un estudio sobre 164 niños a pesar de una disminución en el total calórico.


Fowler este mismo año presentó en las Jornadas Científicas anuales de la Asociación Americana de Diabetes un estudio realizado en 474 participantes seguidos durante 10 años de forma prospectiva. Encontró que los refrescos light estaban asociados con una mayor circunferencia de la barriga (178% mayor), y aquellos que consumieron más de dos refrescos light al día mostraron un aumento del 500%. Este estudio de Fowler apoya un anterior estudio (Baltimore Longitudinal Study of Aging) presentado en la Convención Anual de la Sociedad Endocrina en 2009.  Los consumidores de edulcorantes, a igualdad calórica en la dieta, tienen mayor índice de masa corporal que los no consumidores.


Además los estudios intervencionales van por la misma línea: los edulcorantes no ayudan a perder peso (Mattes 2009), y el índice de masa corporal no decrece al sustituir durante 25 semanas bebidas azucaradas por bebidas edulcoradas en adolescentes con sobrepeso, excepto en aquellos más obesos (Ebbeling 2006). Otro estudio controlado interesante, esta vez en ratas, fue el de Sweathers en Purdue. Administraron a un grupo de ratas yogurt con sacarina o yogurt con glucosa, en dos fases de forma cruzada. Las ratas que menos engordaron de todas las combinaciones resultantes fueron las que ingirieron yogurt con glucosa en la fase I y yogurt con glucosa en la fase II.


En base a qué estudios entonces se permiten afirmaciones fradulentas tipo “light”, “diet”, etc?


Hipótesis conductual vs metabólica


Es posible que, respecto a la obesidad, las personas que se empiezan a ver con sobrepeso se pasen al light, de ahí que se encuentre un mayor número de obesos en consumidores de refrescos con edulcorantes artificiales. Entonces, sería la obesidad la que explica el consumo de bebidas light, y no el consumo de bebidas light lo que explica la obesidad.  Sin embargo, conductualmente también se podría argumentar lo contrario: la gente cuando empieza a verse gorda restringe más las calorías y tiene mayor tendencia a hacer dietas y tratar de bajar su peso, por lo que atendiendo a este argumento, tambien sería plausible encontrar una disminución de peso entre los adictos al light. Además existe otro fenómeno difícil de explicar mediante la conducta : la dosis dependencia (a mayor cantidad de edulcorante en la dieta, mayor peso, en condiciones isocalóricas).


La hipótesis conductual ciertamente influye estadísticamente en la asociación entre edulcorantes y obesidad. Pero no la explica como factor causal plenamente.


Códigos E: ocultemos a la gente lo que está ingiriendo.


Como algunos estudios con edulcorantes revelaron que el asunto era feo, ahí está el gobierno siempre para ayudar a ocultar a los ciudadanos lo que sucede. En lugar de declarar el nombre del aditivo y que la gente tenga información de las sustancias que ingiere para decidir libremente lo que quiere consumir, se le asigna una letra y así uno no se hace más preguntas de las necesarias. Lo mismo ocurre con otros aditivos alimentarios como los potenciadores del sabor, paradigmático es el glutamato monosódico, que se ha demostrado que producen una disrupción en la neurotransmisión y que inducen obesidad (Fernandez Tresguerres 2003). Casualmente los aditivos más comunes inducen obesidad, compulsividad, adicción y ganas de comer. Una manera sencilla de aumentar las ventas. De nuevo existe un paralelismo con las sustancias que añaden al tabaco.


E 951: Aspartamo (Aminosweet, Nutrasweet).


El aspartamo (Nutrasweet y Aminosweet) es un metil ester del dipéptido ácido aspártico (40%), fenilalanina (50%) y metanol (10%). Amboas aminoácidos son neurotóxicos y su desequilibrio crea una disrupción en la neurotransmisión, habiéndose encontrado alteraciones en vías dopaminérgicas, adrenérgicas y noradrenérgicas (Humpfries 2008). De hecho la mayoría de efectos secundarios reportados sobre el aspartamo están relacionados con el sistema nervioso, con desórdenes neurológicos y psicológicos. El otro componente del aspartamo, metanol, puede ser metabolizado en formaldehído, ácido fórmico, dicetopiperazina, y otros metabolitos tóxicos y potencialmente cancerígenos (Humpfries 2008).


En ratas, Soffritti 2007 et al, demostraron un incremento de tumores malignos, linfomas, leucemias y cancer de mama en niveles cercanos a los tolerables para consumo humano. Se observó necrosis neuronal debida a la exposición al ácido aspártico del aspartamo en ratas (Stegink, Shepherd, Brum mel, Murray, 1974; Stegink, 1976). En monos, dosis de 3.000 mg/kg produjeron daño cerebral irreversible (Waisman & Harlow, 1965), provocando alteraciones con afinidad sobre las aminas biógenas como la noradrenalina y serotonina. Tsakiris (2006) concluye que altas concentraciones de los componentes del aspartamo pueden inducir problemas de aprendizaje y memoria. Coulombe en 1986 encontró alteraciones de las concentraciones de fenilalanina y tirosina en el cerebro, aminoácidos precursores de catecolaminas, alterando las concentraciones de neurotransmisores. Sharma en 1987 encontró que estos aumentos en el aminoácido fenilalanina puede ser responsable de un decrecimiento de la absorción de triptófano y su posterior conversión en serotonina.


En 2010, Soffritti en exposición prenatal con ratones encontró una incidencia incrementada de carcinomas hepatocelulares y cancer bronquioalveolar. Olney en 1996 describe un aumento en la incidencia de tumores cerebrales y un aumento de su malignidad y los asocia al consumo de aspartamo por contigüidad temporal. Halldorsson T.I. et al. 2010 encontraron una mayor incidencia de partos prematuros en una cohorte prospectiva entre aquellas mujeres que tomaban refrescos light, y no entre las que tomaban refrescos azucarados. Maher 1987 atribuye un efecto neurotóxico mediado por fenilalanina, vía regulación a la baja de neurotransmisores inhibitorios


E 955 Sucralosa (Splenda).


Cuando la FDA aprobó la sucralosa como aditivo, solo se habían completado y publicado dos ensayos clínicos en 23 pacientes, durante 4 días, y en relación a su efecto en los dientes, no sobre toxicidad. Abou-Donia et al., 2008 reportaron que la sucralosa incrementó el peso corporal, disminuyó la flora intestinal beneficiosa, y que puede interferir an la absorción de nutrientes y fármacos. Posteriormente un panel de expertos de distintas universidades criticaron la calidad metodológica de este estudio. Sasaki 2002 encontró capacidad clastogénica con dosis (altísimas) de sucralosa en ratas provocando daño en el ADN.


E 954 Sacarina.


La sacarina es un subproducto derivado de una reacción entre tolueno y ácido clorosulfónico, y posteriormente convertido a sulfonamida con amoniaco, oxidado a ácido benzóico y calentado para formar una imida cíclica. Suena bien, ¿verdad? Este componente no se metaboliza tras su ingesta, eliminándose a través de la vegiga por la orina. A su paso por estos tejidos deja efectos notables: Arnold 1983 encontró cáncer de vegiga en ratas a las que administró sacarina.


Bandyopadhyay 2008 reporta clastogenicidad (mutaciones ADN) tras la exposición de cultivos en laboratorio con sacarina. El estudio WARF (1974) encontró un incremento dosis dependiente de la incidecincia de cancer uterino y de ovario, corroborado en una revisión de National Academy of Sciences en 1978. Chowaniec et al, y el Instituto Nacional de Ciencias de la Higiene de Tokyo encontraron tumores en distintos órganos en ratones en un estudio de 21 meses con dosis de 0.2%. Prosad y Rai documentaron tumores tiroideos.


Los estudios epidemiológicos en humanos muentran una constante asociación con cáncer de vegiga. Sturgeon et al en Estados Unidos, Howe et al en Canadá, Cartwright en Reino Unido, Mommsen en Dinamarca y Morrison. También West, Sheldon, et al, 1986 encontraron mayores tasas de cancer de vegiga.


E 950 Acesulfame K.


Mukherjee (1997) demostró con dosis establecidas como no tóxicas genotoxicidad in vivo en mamíferos. Liang (1987) reportó que el efecto sobre la insulina del Acesulfamo K era similar al provocado por la misma dosis de glucosa.


Stevia


Sobre la Stevia se han realizado varios estudios y se han descrito efectos antidiabeticos y antihipertensivos entre otros. En una revisión de 2008, 14 de los 16 estudios no encontraron actividad genotóxica de los esteviosidos, y 11 estudios de 15 no encontraron genotoxicidad del esteviol. No existe evidencia sobre cancer. Otros estudios encontraron que la Stevia mejora la sensibilidad insulínica en ratas. En humanos se ha demostrado que reduce la tensión arterial, mientras que otros no encontraron este efecto. Ahora viene lo mejor: la Stevia sí que fue prohibida por la FDA! Porque como no es una sustancia química que se pueda patentar y monopolizar a nivel mundial… que majos!


Polialcoholes: Xylitol, Maltitol, Sorbitol y Manitol


Son químicamente parecidos a los carbohidratos, pero no son metabolizados por las bacterias de la boca, de ahí su presencia en chicles, etc. En general son un 40% menos calóricos que el azúcar, pero también, excepto el xylitol, tienen un poder endulzante de aproximadamente la mitad que el azúcar, por lo que no son tan utilizados como los edulcorantes no calóricos altamente endulzantes. El cuerpo no los absorbe completamente, por lo que pueden dar síntomas gastrointestinales. No existen muchos estudios sobre estas sustancias. 2010 Piscitelli documenta que produce fallo hepático en perros, quizás específico de su metabolismo. Respecto al maltitol, Canimoglu 2006 observó en el laboratorio que es ligeramente genotóxica en linfocitos. Sobre el sorbitol y manitol estudios en humanos hasta 40 gramos, efectos gastrointestinales menores.


Fructosa


La fructosa no es un edulcorante artificial, es un monosacárido utilizado para sustituir los azúcares que se usa por su bajo coste y por tener mayor capacidad endulzante que esta última (sobre todo acompañada de edulcorantes). Al ser menos insulinogénica que la glucosa (unas cuatro veces menos), se usó como recomendación para diabéticos como una posible alternativa más saludable. Sin embargo, los índices glucémicos o las cargas glucémicas no son medidas muy precisas del impacto metabólico de los carbohidratos. Sullivan 1991 comparó el efecto de complementar el desayuno con un zumo de naranja o un refresco azucarado (Cocacola). Encontró que ambos aumentaban la glicemia de forma similar, poniendo en duda la conveniencia de recomendar el consumo de zumos de frutas debido a que contribuyen al aumento de la glicemia. Metabólicamente la fructosa causa un aumento rápido de los niveles de ácido úrico, aumenta el nivel de colesterol LDL (Swanson 1992) y disminuye los niveles de óxido nítrico (neurotransmisor que regula la dilatación endotelial), provocando rigidez, y quedando los capilares progresivamente sin aporte sanguíneo y las células que dependen de ellos sin suministro, lo que se traduce de nuevo en una disfunción en la oxigenación. La fructosa produce una sobreproducción de triglicéridos, por encima de la glucosa (Bentle 2000, Cohen et al). Además se asocia a menor saciedad y mayor lipogénesis que otros azúcares. Epidemiológicamente el aumento en el consumo de fructosa se correlaciona con un aumento del síndrome metabólico. Hosseini Estefahani et al 2011 observaron que la fructosa se correlaciona positivamente con mayor incidencia de diabetes entre la población que la consume. La fructosa, a diferencia de la glucosa, se metaboliza enteramente en el hígado, lo que puede crear un sobreesfuerzo metabólico en este órgano. Jung Sub Lim (Nature 2010) encuentra mecanismos que relacionan la fructosa con el desarrollo de hígado graso y el síndrome metabólico.


Conclusión:


La interpretación del contexto científico requiere sabiduría clínica y una mente multidisciplinar. Cuando la epidemiología cuadra con el laboratorio, y cuando los infartos, diabetes, obesidad, cancer, enfermedades autoinmunes y neurológicas no paran de aumentar sin aparente explicación, y este aumento coincide casualmente con el cambio de alimentación desde productos naturales hacia productos contaminados, fumigados con pesticidas, tratados con antibióticos y hormonas, y posteriormente procesados y bañados en aditivos de todas clases… no se puede mirar para otro lado y hacer como que no está sucediendo nada. Tenemos un problema muy serio que alcanza cotas de epidemia. Se ha disminuído el tabaco, el colesterol, la hipertensión, toda la población de riesgo ha sido redirigida hacia una dieta sin azúcar, baja en grasa, está polimedicada con estatinas, antihipertensivos, y fármacos “cardioprotectores” de todas clases. Y sin embargo, todas las enfermedades crónicas siguen aumentando exponencialmente, paralelamente a la dieta industrial que consumimos y que considero la causa de todos los males, formada por:


-Pesticidas y residuos pesados en la agricultura, pesca y ganadería.
-Aditivos alimentarios.
-Procesamiento térmico e industrial de la comida.
-Antibióticos y hormonas sintéticas.
-Exceso de hidratos de carbono en conjunto y calorías baratas provenientes del azúcar y grasas vegetales baratas.
-Exposición excesiva a sustancias químicas y radiaciones.
-Alteraciones psíquicas y emocionales, agravadas e inducidas por esta nutrición tóxica.


No voy a señalar a un ingrediente concreto y hacer demagogia recomendando uno u otro. En conjunto, la exposición a todas estas sustancias de forma crónica a lo largo de nuestras vidas deja un panorama claro. Pese a que el menos malo de los edulcorantes parece la Stevia, recomiendo endulzar con azúcar de caña ecológica cuando sea necesario, aunque recomiendo a su vez reducir el consumo de dulces porque crea adicción y descompensación a nivel neuroendocrino, problemas con el metabolismo de la insulina, hiperglicemia y todo lo fundamentado anteriormente. Recomiendo restringir los refrescos hacia algo ocasional, como un aperitivo el fin de semana. Científicamente es casi imposible aislar la causalidad de la cronicidad fisiológica subclínica que nos enferma, y la industria se escuda en esta dificultad de establecer pruebas científicas absolutas para seguir vendiendo sustancias tóxicas y comida degradada. El quid de la cuestión es que no sabemos ni lo que echan en nuestra comida. Llevamos una dieta en su conjunto extremadamente tóxica y no somos conscientes de ello. Más importante que lo que se ha publicado, es lo que se ha ocultado, incluyendo delitos y fraudes documentales con la FDA de por medio, estudios de bioconsultores no publicados, etc. El comisario de la FDA que consiguió la autorización del aspartamo para uso  alimenticio fue Arthur Hayes, posteriormente acusado de haber aceptado sobornos de Searle (ahora Monsanto). Posteriormente, el Dr. Arthur Hull Hayes fue contratado por esta misma empresa donde presta sus servicios actualmente.


Quien quiera saber qué es Monsanto, y la dimensión de a lo que nos estamos enfrentando:






Os dejo con las profundas reflexiones del Dr Dukan sobre la Cocacola light:


En cuanto a los refrescos light, los considero grandes aliados en la lucha contra el sobrepeso (…) No obstante, la Coca-Cola light lidera indiscutiblemente el mercado. Yo no sólo la autorizo, sino que la aconsejo. Su sabor dulce, su alta concentración aromática, su color, su burbujeo y la imagen de bebidas festivas se asocian para convertirlas en alimentos gratificantes con una intensa acción sensorial, que calman las ganas de «otra cosa» tan habituales en las personas que siguen un régimen sin poder dejar de picar.


Es decir, expone, con una carencia absoluta de argumentos científicos, todo lo contrario que concluyen todos los estudios clínicos, epidemiológicos, de laboratorio y en modelos animales. La recomendación especial de beber Coca Cola light pone al descubierto una falta de contrastación científica sonrojante sobre este tema. Además del efecto de los edulcorantes, el colorante de los refrescos de cola es derivado de reacciones con amoniaco y sulfitos, cuyos metabolitos está demostrado de forma controlada que causan cancer de pulmón, de hígado, de tiroides y leucemia.  Podéis ver aquí un informe remitido a la FDA:


http://cspinet.org/new/pdf/experts-letter-caramel-coloring.pdf


Y una última frase:


En mi opinión, pero más importante aún, según las autoridades europeas y los gobiernos de todos los países del mundo, no hay motivo alguno para prohibirlo.


Ah bueno, si el gobierno dice que no pasa nada, ya me quedo más tranquilo! Sabéis quien era director ejecutivo de SEARLE (Monsanto) en los años en los que se aprobó su producto estrella el aspartamo? Donald Rumsfeld, también implicado con un conocido laboratorio para combatir la famosa gripe aviar (a saber…), y famoso Secretario de Defensa en la administración Bush y pieza clave de las armas de destrucción masiva que de nuevo se inventaron, y organizar la invasión de Irak.


Sí, me quedo mucho más tranquilo.



Fuente: http://www.muscleblog.es/2011/11/los-edulcorantes-artificiales-se-asocian-con-fallo-renal-diabetes-obesidad-partos-prematuros-hipertension-e-incremento-de-la-mortalidad/

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